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El Valor de la autoconfianza

“Quienes pueden, pueden porque piensan que pueden”.

Publio Virgilio Marón

Darío terminó su carrera y nunca pensó que iba a acontecer lo sucedido, pero de todo se aprende y como él menciona, “errar es humano”. Aquí te comparto su relato:

“Hasta al corredor más experimentado se le puede pasar una marca. En una combinación de descenso rápido, yendo en grupo, uno siguiendo al otro y sin tanta concentración, se nos pasaron las marcas de la bifurcación del camino y continuamos cuesta abajo por al menos dos o tres km. Yo venía a la cabeza de ese grupo, así que asumo mi equivocación. Cuando nos dimos cuenta de ese error, claro, había que volver a subir todo lo bajado hasta encontrar el camino correcto. ¡Y si… allí estaban nomás las cintas celestes! No las vimos, pero estaban para ser vistas, no lo voy a negar. El error nos iba a costar caro. Habíamos perdido la punta por una buena cantidad de minutos (15-20 minutos) y, remontarla, iba a suponer un gran esfuerzo físico y mental”.

Continúa: “No lo dude ni por un segundo, no me iba a dar por vencido. Tenía 35 km por delante para recuperar lo perdido y no iba a rendirme hasta no ver el arco de llegada. Para cuando pasé por el puesto de la base del cerro en el km 60, ya estaba segundo, a unos 4 minutos del primero. ¿Qué si estaba cansado, dolorido y acalambrado? ¡Pero claro, y mucho! ¡Me detuve lo suficiente para tomar una coca y acariciar a mi hija que dormía plácidamente y, a terminar la tarea! Ni me imaginaba lo duro que serían esos 15km restantes y que me llevarían dos horas y media más de carrera. Finalmente, recuperé la punta perdida y cumplí la promesa que le había hecho a Magui: Vamos a volver campeones de ultra hijita querida, te voy a traer ese trofeo”.

Por último agrega: ¿Y el error de las cintas? En mi caso quedó como anécdota. ¿Me volveré a perder en una carrera? Muy probablemente. Me caeré, me lastimaré, me acalambraré, me cansaré, pero mientras el cuerpo responda seguiré adelante. Es montaña, es trail, es una competencia.

«Nos entrenamos y sacrificamos mucho tiempo buscando mejorar y poniéndonos objetivos cada vez más difíciles. Porque sabemos que podemos, o que al menos podemos intentarlo”.

Darío lo intentó, no se dio por vencido y lo logró. Ahora, ¿qué es lo que hizo que logrará su objetivo? Evidentemente, muchos factores se conjugaron en él para poder brindar su máximo y ganar la carrera, más allá de las dificultades imponderables que se le presentaron. La autoconfianza y la motivación, sin dudas, estuvieron presentes y se conjugaron en su logro.

Por su parte la autoconfianza es una creencia; es la creencia o la autoconvicción de que podemos lograr o hacer algo. Esta creencia va más allá de una expresión de deseos, se apoya en un sustento real, técnico y concreto. Pero si bien, en la base está el entrenamiento llevado a cabo, la técnica y la táctica, si uno no cree en que será posible, no conseguirá su objetivo. Si bien la autoconfianza por sí sola no implica que sí o sí vamos a alcanzar nuestro objetivo, sí implica que pondremos nuestro mayor empeño y esfuerzo en conseguirlo, desplegando nuestro potencial al máximo. No estamos exentos de cometer errores, tomar decisiones equivocadas, perder esporádicamente la concentración, pero la creencia convencida en nosotros mismos, nos ayudará a afrontar esos errores y las dificultades con eficacia y a mantener el esfuerzo que nos conducirá al éxito.

La motivación es algo que nos pulsa a actuar, es el motivo para una acción. Existen diferentes tipos de motivación, orientada a un logro que va a estar más relacionada con una motivación externa al deportista. Y orientada hacia la tarea, que se articula directamente con una motivación interna, intrínseca al deportista.  Si observamos el relato de Darío, él mismo sin identificarlo comienza a narrar en plural para terminar hablando en singular. Y es que en esa bifurcación del sendero se dividió el camino a seguir por sus compañeros también. Él no lo dudo ni un segundo y arremetió con todo. Desde ese momento, la narración se hace en primera persona. Diversas situaciones van a amedrentar y amenazar la autoconfianza de un deportista y su confianza puede fluctuar, incluso en la misma competencia, pero será su elección y decisión, en este caso de Darío, lo que marque la diferencia. Él posee la convicción de que puede ser el campeón de la competencia y, más allá de las dificultades, va por todo para conseguirlo. Ello, sumado a la motivación intrínseca que posee que se conjuga con la promesa que le ha realizado a su hija, todos los entrenamientos y sacrificios realizados para llegar a ese lugar lo hacen cobrar una fortaleza mental inquebrantable: aun si no hubiese ganado, él sabía que había puesto su máximo en ello.  Así es, que pone su máximo esfuerzo en conseguir su objetivo, un objetivo, que como él lo define cada vez es más difícil y arriesgado de conseguir, pero realista, compite para superarse a sí mismo y lo consigue. Él largó para ganar, lo tenía en su miramiento, era su objetivo y desde ahí fue que armó su estrategia de juego, incluso luego del inportunio, no dejó de lado su meta y arriesgo hasta conseguirla. Frente a la adversidad del error cometido y la presión que sentía, su espíritu competitivo, lejos de amedrentarse y darse por vencido, aumentó, pudo conservar la compostura, su foco de atención se focalizó donde debía y se concentró únicamente en su objetivo y todo lo que lo rodeaba y conllevaba a él. Estaba concentrado en la tarea que debía realizar, dando lugar a los procesos automáticos de sus destrezas motoras, es decir lo que él ya sabe hacer y no necesita sobre controlar: correr en montaña. Así apareció la promesa que Darío le había realizado a Magui, su hija. Promesa que para él valía todo el esfuerzo que estaba poniendo en juego para cumplirla (motivación intrínseca).

Lejos de concluir con su carrera, de abandonar y desaparecer, surgieron fuerzas desde su interior que lo ayudaron a arremeter con todo y como él dice, sí estaba cansado, acalambrado y dolorido, pero eso no importaba, debía cumplir con su promesa y ser nuevamente campeón. Sus emociones, lejos de quebrantarse y estallar, acompañaron el proceso positivamente. Darío se aferró a la promesa que le había hecho a su hija y ello provocó sensaciones placenteras y de satisfacción. En este punto el nivel de arousal, su grado de activación, más allá de la situación límite por la que estaba pasando, era el óptimo. Darío se encontraba energizado pero calmo, en armonía consigo mismo, con su autoconfianza óptima y enfocado a su objetivo. Su confianza en el nivel óptimo, si bien no le garantizaba que iba a conseguir el resultado esperado, si le reafirmaba que haría todo lo posible para conseguirlo, como así lo hizo. Él sabía que nadie lo estaba obligando, pero se mantuvo todo el tiempo “metido”, inmerso únicamente en el momento presente, pendiente de las sensaciones externas y provenientes de su cuerpo, sin dar lugar a las intelectualizaciones, ni pensamientos del pasado o del futuro. Inmerso en su acción por el solo hecho de llevarla a cabo lo mejor posible, de dar y brindarse al máximo en la tarea que estaba llevando a cabo. 

La autoconfianza se construye

Lo importante a considerar, es que con autoconfianza no se nace. Esta se construye, es un proceso en desarrollo y es, más allá de lo que generalmente se cree, una variable controlable por el deportista. Lo relevante será que nos preguntemos no si tenemos autoconfianza sino, si podemos mejorar nuestros puntos débiles para conseguir el objetivo deseado. Esta reflexión va a conllevar un ejercicio personal de autoconocimiento porque antes de abrir ese interrogante, debemos saber cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, para desde allí poder modificar nuestros puntos flojos. Debemos saber que si insistimos en aprender y entrenar los puntos a mejorar, podemos progresar. Si entrenamos motivados, nos esforzamos más y mejoraremos considerablemente. Si uno se pregunta, puedo mejorar mis aspectos débiles y la respuesta es afirmativa, ese es el primer paso, vamos encaminados a poder superar esos aspectos. ¿Cómo seguimos? Buscando un psicólogo deportivo, entrenando por medio de técnicas y construyendo estrategias psicológicas para abordar nuestras dificultades. Siempre en la búsqueda de disfrutar al máximo de nuestra actividad, creer en nosotros mismos, estar motivados y llevar nuestro deporte al simple placer del juego.

Me encantará leer tus comentarios u opiniones y, por supuesto, contactame si puedo ayudarte de alguna manera.

¡A seguir psicoentrenando!

Fragmento extraído del relato de la ultramaratón ADN Trail del actual Campeón Nacional de Ultra Trail: Sergio Gustavo Pereyra. Un agradecimiento especial para él, que amablemente facilitó su relato para ser adaptado en este artículo.

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